I. Vocasti me Luisfer…
Llamadme Luisfer… Mi infancia son recuerdos de una casa centenaria con fotos viejas en marcos nuevos y libros antiguos sobre estanterías recién compradas. Mi familia, como diría Loquillo, son de otra época y corte moral, hijo único, nieto único de una familia aristócrata. Mi señora Madre es Condesa, pero trabaja como cualquier otro mortal ocho horas y sueña con la jubilación. Mi educación, por lo tanto, siempre estuvo llena de demasiados cubiertos en la mesa, un odio irracional al chándal y las tardes de ópera los viernes. En la adolescencia elegí el bachillerato tecnológico porque era el difícil; una chica guapa, que tuve la suerte de que me aguantara; y estudiar la carrera de físicas. El último día de clase mi profesora de literatura, una de las mejores que tuve, me dijo que cometía un error: yo era, según ella, un chico de letras. Borracho de la idiotez que te embriaga con 17 años tilde el consejo de delirios de senectud. Las letras son para la gente que no llega, pensaba....