VII. Opinio non est sapience et sine rigore non est scientia

Hay dos cosas que me ofenden del libro blanco de la profesión de profesor y el entorno educativo. 

La primera, el absurdo rechazo por haber sido encargado por un partido en concreto. Un ‘libro blanco’ aspira ser un texto de rigor científico que pretende dar un panorama sobre un tema de actualidad realizado por un especialista entendido del tema. Me ofende porque eleva la opinión a rango de conocimiento, problema, por cierto, plateado por Platón en el Teeteto en el 369 a. C. 

La opinión de un político, y la de cualquiera, es irrelevante en un ensayo que pretende ser riguroso. Por ende, los únicos que pueden rechazar o aprobar dicho texto son los expertos en la materia en cuestión, y solo puede ser rechazado porque no sea riguroso y veraz. 

Rechazar un ensayo riguroso por ser encargado por la derecha para mí es tan absurdo como rechazar un ensayo porque este escrito en francés, porque nos invadió Napoleón, o porque este escrito por alguien que le gusta la pizza de piña, porque a mí me parece una aberración culinaria. 

En la película Birdman, parafraseando a Platón dicen: amigo, una cosa es una cosa, y da igual lo que tú y yo opinemos de ella. 

(Pequeño descanso para apreciar este cuadro. Dime en los comentarios si te gusta) 

La segunda cosa que me ofende del libro blanco es sus referencias, o, mejor dicho, las que faltan. Haciendo una hipérbole recuerdo decir una vez: yo no leo nada escrito por alguien vivo porque no es un libro, sino una revista, y tampoco leo nada que no cite a Platón, aunque hago excepciones si cita a Aristóteles. 

Si bien, no deja de ser una exageración, hay mucho de verdad en ella. Salvo por motivos de obligación no suelo leer nada de estilo ensayístico escrito por alguien vivo, porque el tiempo purga lo que es relevante y lo que es superfluo de manera muy eficaz. El Mein Kampf es un ejemplo claro de lo que digo. Es verdad que a veces rompo esa regla, pero solo lo hago después de haber leído las referencias, la bibliografía. Si en ellas detecto que son escasas, o que, bajo mi criterio, faltan la voz de autores indispensables para la temática en cuestión, tiro el libro. 

Todas las referencias del libro blanco, que recordemos busca dar una visión sintética y rigurosa del tema de la educación, son posteriores a 1970. Lo que me lleva a sacar dos conclusiones. La primera, más benévola con los escritores, que se piensen que el problema educativo es nuevo. Y la segunda, que piensen que no hay nada de lo escrito sobre la educación en los últimos 2.500 años que merezca la pena ser leído y citado. 

Como conclusión yo si citaré, en este caso a George Santayana: Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo.

(Por cierto, el cuadro de antes está pintado por Adolf Hitler. ¿Saber esto te ha hecho cambiar de opinión estética sobre el cuadro?)

Comentarios

  1. Gran crítica hacia el Libro Blanco con una interesante reflexión acerca de cómo, en muchas ocasiones, nos dejamos llevar por el criterio de autoridad; o por la simpatía que un autor genera, más que por la calidad en sí misma del texto.

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    1. Adularis me. Nietzsche dixit: bonus artifex scit quando claudat, et opus loquatur. Opinor necessarium esse artificem et opus separatum.

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