I. Vocasti me Luisfer…


Llamadme Luisfer…

Mi infancia son recuerdos de una casa centenaria con fotos viejas en marcos nuevos y libros antiguos sobre estanterías recién compradas. Mi familia, como diría Loquillo, son de otra época y corte moral, hijo único, nieto único de una familia aristócrata. Mi señora Madre es Condesa, pero trabaja como cualquier otro mortal ocho horas y sueña con la jubilación. Mi educación, por lo tanto, siempre estuvo llena de demasiados cubiertos en la mesa, un odio irracional al chándal y las tardes de ópera los viernes.


En la adolescencia elegí el bachillerato tecnológico porque era el difícil; una chica guapa, que tuve la suerte de que me aguantara; y estudiar la carrera de físicas. El último día de clase mi profesora de literatura, una de las mejores que tuve, me dijo que cometía un error: yo era, según ella, un chico de letras. 

Borracho de la idiotez que te embriaga con 17 años tilde el consejo de delirios de senectud. Las letras son para la gente que no llega, pensaba. Por mucho que llevara 4 años en teatro, me presentara a concursos literarios de poesía y relato, y me pasara las noches en vela leyendo los clásicos no iba dejar de hacer la carrera suprema en dificultad y prestigio: físicas; que, además, se me daba igual de bien que las letras.

No fue mucho el tiempo que necesité en darme cuenta de que era un insensato. La física es una ciencia más que hace lo que puede, y que lejos de abarcarlo todo y ser extremadamente precisa, solo estudia lo que tiene masa y se mueve. Antes de terminar primero ya quería irme a filosofía, libros que devoraba sin piedad mientras los apuntes de cálculo, algebra y mecánica construían una torre en mi mesa.

Pero todo el mundo me decía: “si puedes termínala”. No dudo que podía, pero me faltaba la madurez suficiente como para estudiar una carrera como físicas por cultura general. Mi tiempo lo gastaba en los ensayos, en el teatro, en los recitales de poesía… Al cuarto año, en un golpe de realismo y humildad me fui a estudiar filosofía con unos 150 créditos de físicas en la mochila, más que suficientes para saciar cualquier deseo de cultura general científico.


Que jodidamente fácil es estudiar algo que te gusta. En la carrera me especialicé en estética: lo bello, el arte, el gusto y el placer. Colaboré en algunos artículos, e hice un periodo de investigación en el Museo del Prado. Seguí escribiendo literatura, incluso gané algún concurso que otro, seguí siendo actor de tetro, incluso dirigí y adapté alguna obra que otra. Fundé una revista literaria con unos amigos, seguía odiando el chándal y los viernes se iba a la ópera.



Una parada técnica en un mester de gestión cultural y unos cuantos meses de prácticas en el Museo Nacional de Escultura para poner un contrapeso pragmático en mi campo de estudio. Escribí un artículo y empecé la tesis en estética sobre cómo se puede educar el gusto y nuestra facultad valorativa.

Y aquí estoy, en el máster de profesorado. Con una tesis en pañales, sabiendo que llegar a ser profesor de universidad es una carrera de fondo amañada en la que poco importan los méritos académicos; y estudiando a la vez primero de hispánicas para poder ser también profesor de lengua y literatura. Ser profesor de secundaria de bachillerato no es más que una cara más a un dado que ya he tirado otras veces: dando algunas clases en la universidad, clases en academias y particulares, voluntariado en clases de verano en Méjico y Perú…

La educación para mí siempre fue un proceso gremial: fui alumno y cuando tuve algo que explicar fui maestro; fui acampado y cuando crecí me hice monitor y coordinador de tiempo libre; fui decano en un colegio mayor y después me involucré en la directiva de uno.

En resumen: escribo y leo mucho; odio el chándal y los viernes voy a la ópera. 

Comentarios

  1. Una vida muy dichosa en la que muestras, reinventarse, redescubrise, criticarse a uno mismo después de acabar una carrera no es inmediato y supiste darle un giro para tu bien espectacular.

    Encantado de conocer esa faceta de tu vida.

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    1. Placet quod dicis. Est Felix tecum pugnare in "Rift Summoner".

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  2. Buena entrada, Elef, a pesar de haberla leído con spoilers. Aunque hayas dejado atrás la Física, no olvides que los fotones no tienen masa.
    ¿Cuáles son tu obras favoritas del Museo del Prado y del Museo de Escultura?

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    1. Plato dixit quod minimum in materia est immateriale. Hanc sententiam e Platone in fine Comphenague orationis proposuit Heinsenberg. S, honestus ero tecum. Meus ventus opus pendet utrum in museo es necne.

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    Eso y que me encanta tu blog, le falta quizás algunas partes de texto en morado dentro de recuedros rojos para alcanzar la belleza y la estética suprema, pero por lo demás genial. Escribe más para poder leerte más.

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    1. Gratias amicus. Purpureum quadratum tibi dabo. Sed pone aliquid 'Waifu' mihi in tua 'blog'.

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  4. Luisfer, ya me dirás como te lo montas pero leo tus entradas de blog como una novela que acabo de empezar. Además, con sus preguntas abiertas que dan para, como tu dices, unas cuantas tesis...

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    1. Verba tua mihi blandiuntur. Somnium meum semper scriptorem esse. Si vere placet quod scribe, te meum verum 'blog' transire possum. Quid tibi videtur de pictura quam septimo ingressu posui?

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  5. Hola Luisfer, quería preguntarte por tu opinión sobre Gyorgy Luckas, ya que eres un experto en estética, ¿Qué opinas sobre su obra en contenidos generales?

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    1. Por ser tú, y porqué me resulta una pregunta muy interesante te respondadere en una lengua vulgar. No he leído más que dos libros suyos, no crea que sea una primera espada en estética, pero si lo es en crítica literaria filosófica. Después de Hegel muere la filosofía, o, mejor dicho, todo pensador tiene que luchar contra Hegel. Eso hace que en el S.XX se formen dos escuelas estéticas claras: la derecha hegeliana (Simmel, Ortega o Tartarkiewics) y la izquierda hegeliana (Benjamin, Marx, Adorno y, entre otros, Gyorgy). En lo personal, soy más de la primera escuela, aunque reconozco puntos fuertes de la segunda. Respecto al tema de la novela como arte me gusta más el tratado de Pável Florenski o el punto de vista de George Steiner. Aun así, si algún día tienes valor y tiempo lee sobre la hermenéutica: mezcla textos, interpretación, autor, contenido y evolución. Como historiador te puede ser muy interesante. Puedes empezar por Gadamer o Schleiermacher.

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