XI. Sociis non sunt. Amici erant, familia electa.

Cuando te haces mayor te descubres el lado del bordado de la vida, es menos bonito, pero ves cómo están colocados los hilos.

Cuando estaba en bachillerato era un agente del caos. No es que fuera un mal alumno, es más sacaba muy buenas notas, pero si estaba siempre a favor del espectáculo.  Y dado que más que malo, era gamberro los profesores supieron darme un lugar en la clase. Era lo suficiente único como para que yo me creyera importante, y, sobre todo, estaba a su servicio lo que hacía que no me rebelara porque si ante los planes y proyectos que proponían.


Sin saberlo me convertí en un agente del caos controlado, seguía siendo el que buscaba el espectáculo, pero mi misión es que el caos nunca se nos fuera de las manos. Mientras pudiera cumplir con eso, teníamos patente de corso. Asi fue como los profesores me hicieron participe de la escuela, dándome un papel hecho a mi medida. Con el tiempo me supongo que darían muchos papeles únicos a distintos alumnos, consiguiendo el mismo efecto que se consiguió conmigo: que la escuela fuera mi segunda casa.

Recuerdo que cuando fui delegado en segundo de bachillerato se propuso la idea de ir a estudiar juntos por la tarde al colegio, y que algunas veces los profesores nos pudieran resolver dudas. La idea no salió a delante, porque mis compañeros estaban muy agobiados por la selectividad. Aun así, todos teníamos la sensación de que no nos importaría pasar más tiempo en el colegio. Cada vez que nos pedían montar una actividad para los de la ESO o primaria, cada vez que íbamos a hacer el payaso a los de prescolar mientras las chicas les pintaban animales en la cara se nos dibujaba una sonrisa enorme.

Tal vez, el problema de la participación, una vez más, no tenga que ver con el cómo sino por que porqué. La escuela era nuestra casa, y de haber podido hacer más cosas en ella lo hubiéramos hecho. La participación de padres y alumnos no dependerá nunca del proyecto o actividad que montes sino de la relación que haya con el colegio, y esa relación será creada por profesores con vocación que sientan una vinculación con el colegio y con los alumnos.



Solo por estar con mis compañeros hubiera ido a cavar a una mina de carbón, a recoger petróleo de una playa de las Islas Mauricio, me hubiera apuntado a un taller de macramé o hubiera ido a clase de flauta II. Porque sé que con ellos me lo iba a pasar bien. 

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