XX. Desperatio hic habitat

El mayor conflicto en un aula es que el profesor no quiera estar allí.




El caso de bulling, racismo, sexismo, homofobia, acoso…por parte de un adolescente es reprochable y corregible. Un profesor quemado es jodidamente más grave, porque nace de la falta de esperanza, o por su definición, la idea de no tener un futuro mejor.

Recuerdo que de adolescente fui voluntario en un evento multitudinario. Mi misión dentro de toda la red era la de llevar agua y comida a la gente, recuerdo las palabras del que nos daba las indicaciones, las recuerdo porque se me grabaron a fuego ya que eran contraintuitivas: “primero vosotros, primero bebed y comed vosotros, solo, y repito, solo, después el resto. Porque si tú te desmayas, cientos se quedan sin agua, si tu estas débil no podrás ayudar al que se desmaya”.

He pasado mucho tiempo comprendiendo estas palabras, porque son evidentes, pero se omiten muy a menudo. No era egoísmo, ni siquiera era pragmatismo, era lógica.

No se puede dar lo que no se tiene, es una regla básica. Un profesor sin ilusión poco podrá ilusionar, un profesor incapaz de gestionar sus emociones poco podrá hacer de mediador. Un profesor sin esperanza que va a hacer frente a la representación de la esperanza que es una clase.



El mayor conflicto que se puede dar en un aula es un profesor que no quiera estar ahí, y ese el primer problema a solucionar. Lamentablemente veo más fácil de solucionar cualquier conflicto entre alumnos, y también, tristemente, menos común. 

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