III. Tragoedia educationis in Hispania II
Hápax legómenon es una palabra que ha aparecido registrada solamente una vez en un corpus, ya sea un idioma dado, un autor u obra específica, en este caso en las doce mediadas para la educación de la década 2010-2020 su hápax es ‘justicia’. En cambio, igualdad sale 60, una vez cada dos páginas. Equidad solo 45…
Se podría pensar
que hay dos bandos enfrentados, los abanderados de la igualdad y los
atrincherados en la justicia. Y puede que la opinión pública lo piense, pero filosóficamente
es una aporía. La justicia es por definición igualdad, y de no serlo, no será
justicia. Por ende, la diferencia entre los dos ‘bandos’ no es cuanto a que se defiende,
si no que se prioriza.
Elaborar un discurso
de sobre la igualdad en términos absolutos es una insensatez, ya que, por poner
uno de los infinitos ejemplos, somos todos genéticamente diferentes. Por ende,
al lema de igualdad siempre hay que ponerle un apellido; por ejemplo, igualdad
de oportunidades. Es decir, la igualdad es relativa a algo: igualdad sexual,
igualdad en dignidad…
En cambio,
la justicia no necesita un apellido, porque ya tiene en cuenta la desigualdad
de entre las personas. Es la justicia, la que, sí está bien planteada, determina
en que cosas somos iguales y en cuales da igual que seamos diferentes.
Ser monitor te arranca el discurso de igualdad a la fuerza, ya que ves que cada chaval es distinto, que tiene distintas carencias y distintas habilidades, tiene ritmos propios y una personalidad única. El rapero Nach, que no se le puede tildar de equidistante en el plano social, lo expresa de manera magistral al defender la xenofilia, que es lo que significa, amor por la diferencia.
Un profesor nefasto
vera la diferencia como errores, las desigualdades como imperdonables, las
peculiaridades como tumores. Un profesor mediocre ver la diferencia como algo
que está ahí, que su labor es mitigarla y que un mismo método servirá para hacerlo.
Un buen
profesor será distinto para cada alumno, y vera en ellos no lo que son, sino lo
que pueden llegar a ser. La igualdad le llevara a ver el mejor futuro de todos,
pero en todo lo demás regirá la justicia: a uno le reforzara la autoestima, a
otro le exigirá llegar a la cima, a otro le brindara opciones porque su
debilidad es la incertidumbre, a unos les llevara de la mano, a otros los verá
avanzar desde lejos, unos pocos los llevara a hombros, como el buen pastor, y
al igual que este, no abandonara a ninguno, pues está dispuesto a dejar los 99
para buscar al perdido.
Luisfer, estoy de acuerdo con tu reflexión, por lo que he supuesto que implícitamente no solo criticas la función de las competencias, sino la del sistema, ¿no es así?
ResponderEliminarAsi es, aunque esta es una segunda parte. En la primera desarrollo más lo de competencias y contenidos. En el fondo da igual como lo llamemos: competencias y contenidos, conocimientos y raciocinio, saber y virtudes.... Lo que está claro es que la educación es un proceso en el que algo externo objetivo, ahora llamado competencia, es adquirido por un sujeto mediante una capacidad, ahora llamada competencia. En el proceso se adquiere el conocimiento y se hace suyo, y al mismo tiempo la competencia, o las competencias, que han aprehendido ese contenido se mejora y adquiere con la práctica. Lo que niego es una educación solo de contenidos. Y en concreto en esta entrada niego la utilidad de la igualdad, porque margina al que no llega la mínimo y agota al que lo sobrepasa con facilidad.
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